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Noticias El caos de las entradas de Rosalía y la estrategia de $SAN.MC: ¿Privilegio bancario o exclusión cultural?

El colapso anunciado: cuando comprar una entrada se convierte en una odisea​


La venta de entradas para los conciertos de Rosalía en Madrid y Barcelona ha vuelto a poner sobre la mesa un problema recurrente. Pantallas congeladas, colas virtuales de decenas de miles de personas y una frustración generalizada fueron el pan de cada día tanto en la preventa del 9 de diciembre como en la venta general del 11.

En cuestión de minutos, todas las localidades para los ocho conciertos programados entre marzo y abril de 2026 aparecían como agotadas. El resultado inmediato, tan predecible como lamentable, fue la proliferación en plataformas de reventa de entradas con precios que superaban los 1.200 euros, más de diez veces su valor original.

Mientras miles de fans se quedaban con las manos vacías tras horas de espera, en redes sociales crecía la indignación y la incredulidad. Comentarios como "Se burlan de nosotros, habrán vendido todas las entradas del Lux Tour en la preventa, si no no me explico" resumían el sentir general. La pregunta era obligada: ¿cómo era posible que se agotaran tan rápido?

La clave del "agotamiento express": los canales de venta privilegiados​


Para entender la rapidez del sold-out, hay que mirar más allá de la venta general. Se establecieron dos canales de acceso anticipado:

  • La "Artist Presale" de Rosalía, accesible mediante registro previo en su web oficial.
  • Y, crucialmente, la preventa exclusiva para clientes de determinadas entidades.

Este último punto es el que ha centrado el debate. Cuando se abrió la venta al público general, una parte muy significativa del aforo –especialmente las localidades mejor situadas– ya no estaba disponible. Había sido adquirida en ventanas de tiempo anteriores, reservadas para unos pocos.

$SAN.MC y SMusic: la cuenta bancaria como billete dorado​


Aquí es donde entra en juego la estrategia de $SAN.MC (Banco Santander SA). En septiembre de 2023, la entidad lanzó SMusic, una plataforma que vincula servicios financieros con experiencias exclusivas en el mundo de la música.

El mecanismo, tras cerrar acuerdos con gigantes como Live Nation (propietaria de Ticketmaster), Universal Music, Los 40 y festivales como Primavera Sound o Mad Cool, es aparentemente simple pero profundamente excluyente: los clientes de $SAN.MC (Banco Santander SA) obtienen acceso a las preventas entre 48 y 72 horas antes que el resto del público.

En la práctica, esto convierte una cuenta corriente o una nómina en un pase prioritario para la cultura de masas. No se trata solo de un descuento o una promoción; es un acceso anticipado que, en eventos de demanda extrema como los de Rosalía, se traduce directamente en la posibilidad de comprar o en la certeza del fracaso.

Un precedente reciente: el caos de Bad Bunny y la denuncia de la OCU​


Lo sucedido con Rosalía no es un caso aislado, sino la confirmación de una tendencia. El 8 de mayo de 2025, la venta de entradas para Bad Bunny marcó un punto de inflexión. El colapso técnico de Ticketmaster, con colas virtuales de más de 400.000 personas y errores constantes, fue solo una parte del problema.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) presentó una denuncia formal ante el Ministerio de Consumo. Documentaron cómo una entrada con un precio base anunciado de 79,50 euros podía terminar costando 269 euros al sumar gastos de gestión, "donaciones sugeridas" y cargos VIP opacos.

Este episodio ya puso de relieve la sensación de injusticia en un sistema que parece favorecer a unos sobre otros. La estrategia de $SAN.MC (Banco Santander SA) con SMusic se enmarca en este mismo ecosistema, aprovechando comercialmente el deseo y la frustración de los fans.

El FOMO como motor: por qué los bancos quieren entrar en el juego​


El "Fear Of Missing Out" (Miedo a Perderse Algo) es un poderoso motor en la era digital. Los megaconciertos de artistas como Rosalía, Bad Bunny o Taylor Swift han trascendido lo musical para convertirse en eventos sociales irrepetibles, en "lugares donde hay que estar".

Para las entidades financieras, tradicionalmente percibidas como alejadas de los intereses de las generaciones más jóvenes, estas ofertas exclusivas son un cebo de primer nivel. No se trata solo de vender entradas; se trata de:

  • Captar nuevos clientes jóvenes (el tan ansiado *target* millennial y Z).
  • Fidelizar a los clientes existentes con beneficios tangibles y emocionales.
  • Asociar su marca a experiencias de ocio de alto impacto y prestigio social.
  • Diversificar su propuesta de valor más allá de los productos financieros puros.

En un contexto donde la experiencia de cliente es clave, poder ofrecer el acceso a un concierto imposible puede ser más persuasivo que hablar de tipos de interés o comisiones.

¿Dónde está el límite? El debate entre ventaja comercial y exclusión​


La iniciativa de $SAN.MC (Banco Santander SA) plantea un debate ético y de acceso a la cultura. Por un lado, es una estrategia comercial legítima dentro de un mercado. Ofrece un beneficio concreto a sus clientes, similar a los programas de puntos o las promociones con otras marcas.

Por otro lado, cuando este beneficio se aplica a bienes culturales de demanda masiva y oferta limitada, se puede percibir como una mercantilización extrema del acceso. Convierte un derecho cultural (disfrutar de un concierto) en un privilegio vinculado a la condición de cliente de una entidad financiera concreta.

Las preguntas que surgen son complejas:
  • ¿Estamos normalizando que el acceso a la cultura de masas dependa de la entidad bancaria con la que uno trabaje?
  • ¿Contribuyen estas prácticas a alimentar un mercado secundario (reventa) descontrolado y abusivo?
  • ¿Dónde queda la equidad para aquellos que, por la razón que sea, no son clientes de estos bancos?
  • ¿Es responsabilidad de los artistas, las salas o las plataformas de venta regular este tipo de acuerdos?

El caso de las entradas de Rosalía no ha hecho más que avivar este debate. Muestra un sistema de venta fragmentado en capas de acceso, donde la ventana general parece cada vez más una formalidad porque la mayoría de las entradas ya se han distribuido por otros canales.

Mirando al futuro: ¿hacia dónde va la venta de entradas?​


Los episodios de Bad Bunny y Rosalía no son anomalías, sino la nueva normalidad para los eventos de gran demanda. La estrategia de $SAN.MC (Banco Santander SA) con SMusic es un ejemplo claro de cómo actores ajenos al sector del entretenimiento identifican una oportunidad de negocio en este caos organizado.

Es probable que veamos:
  • Más bancos y grandes empresas creando programas similares para fidelizar clientes.
  • Una mayor presión regulatoria para aumentar la transparencia en los procesos de venta y en la fijación de precios finales.
  • Un posible endurecimiento de las leyes contra la reventa abusiva, aunque su aplicación práctica sea compleja.
  • Artistas y promotores explorando nuevos modelos, como la venta nominativa estricta o loterías para el acceso a la venta.

La cuestión de fondo es si el modelo actual, con sus colas virtuales, preventas estratificadas y precios dinámicos, es sostenible socialmente. O si, por el contrario, está generando una frustración tan grande que podría terminar por dañar la relación entre artistas, industria y público.

Lo que está claro es que, en este escenario, decisiones corporativas como la de $SAN.MC (Banco Santander SA) de vincular servicios bancarios con acceso cultural privilegiado tienen un impacto directo y palpable en la experiencia de millones de personas. Convierten la simple acción de comprar una entrada en un reflejo más de las desigualdades de acceso en nuestra sociedad.
 
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